La educación constituye uno de los aspectos prioritarios de la agenda de los Gobiernos. O debería serlo, al menos. Sin embargo, llevamos ya muchos años sin ser capaces de legislar desde el consenso. Se suceden leyes y más leyes que son fruto más del enfrentamiento que del entendimiento.
Hemos atravesado por la LOE, LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE… ¿Cuál será la siguiente? ¿Continuarán nuestros políticos derogando y aprobando leyes de educación según su alternancia de Gobierno?
La sociedad civil lleva años manifestando su inconformismo. Y si en algo estamos de acuerdo todos los sectores es que por encima de los intereses y agendas políticas estamos los ciudadanos. Debemos apostar por un modelo educativo estable que responda a las necesidades de una sociedad plural. Estamos, por tanto, abocados al consenso.
La organización de la que formo parte lleva años exponiendo una y otra vez las carencias en materia educativa: la enseñanza en principios básicos, la obsolescencia del curriculum, la ineficacia de las evaluaciones tradicionales, la responsabilidad de las familias, la vocacionalidad y formación del profesorado, la implicación del sector empresarial, las desigualdades sociales, y un largo etcétera. Los problemas los conocemos, sí. Pero, ¿y las soluciones? ¿Sabemos hacia dónde vamos? ¿Sabemos por qué y para qué estamos educando? ¿Estamos preparados para simplificar los tortuosos procesos administrativos que suponen un corsé para toda iniciativa innovadora?
Ahora es el momento de aportar propuestas concretas que nos lleven a soluciones. Y no vamos a esperar por el Gobierno de turno. Exijamos a las Administraciones que pongan los instrumentos que la sociedad está demandando.
Los ciudadanos se están organizando. Hay cientos de espacios públicos y privados donde se debate sobre educación: centros educativos, redes sociales, blogs, tertulias, jornadas educativas, fundaciones, etc. Identifiquemos las prácticas educativas exitosas, inclusivas, colaborativas, competitivas e innovadoras. Analicémoslas y desgranemos las claves de su éxito para replicarlas. Demostremos a los gobiernos que otro tipo de educación es imprescindible, y que su responsabilidad estriba en legislar para ofrecer a la sociedad civil un marco común de trabajo, una ley estable al margen de los vaivenes políticos, y con un presupuesto respetuoso que la haga posible.
El resto lo haremos la sociedad civil, porque los ciudadanos sí estamos convencidos de que la educación es el pilar fundamental de la construcción de sociedades cultas, críticas, innovadoras y solidarias que han de garantizar el futuro de nuestro país.
