Opinión

Ley del Suelo, pequeño paso adelante, pero se mantienen los riesgos

Ley del Suelo, pequeño paso adelante, pero se mantienen los riesgos

sep. 4, 2017

La Ley del Suelo entró en vigor el pasado 1 de septiembre. Ha sido fruto del esfuerzo del presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, de clarificar y mejorar la situación normativa vigente antes de su aprobación. No ha sido, sin embargo, el gran salto cualitativo que esperaba el CÍRCULO DE EMPRESARIOS DE GRAN CANARIA desde que se anunció su elaboración hace algo más de año y medio. 

Se mantiene, sin embargo, el riesgo de bloqueo de inversiones. La Ley incluye la figura de una Comisión encargada de emitir informes de Evaluación ambiental Estratégica y los informes de compatibilidad. Supone un avance respecto de la extinta Cotmac, dado que no entra a valorar cuestiones de legalidad y oportunidad sino cuestiones que afecten a la competencia de la Comunidad Autónoma. Una inversión puede detenerse así por conflictos competenciales y no derivado de un análisis riguroso de costes y beneficios sociales. 

La nueva normativa no permite llevar a cabo proyectos en todo tipo de suelo, como critican voces que persiguen inmovilizar la economía de la región escudándose en una falsa defensa del medio ambiente. Así lo afirma el propio Fernando Clavijo en una entrevista publicada en La Provincia este domingo. Es cierto que los llamados Proyectos de interés podrán ejecutarse en toda clase de suelos. Sin embargo, se especifica que sólo podrán afectar a suelo rústico de protección ambiental cuando no exista alternativa viable y lo exija la funcionalidad de la obra pública. “Más protección para el suelo protegido, más agilidad y más seguridad jurídica”, recalca el propio presidente en el entrevista. “La ley señala expresamente que todo lo que no está clasificado en un plan general se considerará rústico. Hasta ahora, hasta el pasado uno de septiembre que entró en vigor la nueva ley, era justo al contrario; lo no clasificado era urbanizable.” 

En todo caso, que se sigue prestando atención únicamente al hecho de cuáles pueden ser los usos admisibles o no de un supuesto suelo. Se obvia así lo más importante: saber no ya cuál es su uso, sino si éste es o no eficiente y sostenible. Naturalmente, entendemos que esto es una cuestión que no puede ser determinada por ningún plan. Es un asunto que la sociedad sólo puede determinar proyecto a proyecto, caso por caso y tras un exhaustivo análisis y debate que permita evaluar los costes y beneficios de cada actuación. 

Esta puesta en valor de los aspectos medioambientales, sociales o de marginación dentro del urbanismo obliga a revisar su tradicional concepción basada sencillamente en lo que dicte un plan.

Al final de lo que se trata es de tener un buen urbanismo y desarrollar buenos proyectos, lo que implica a la luz de lo que sabemos tener algo más de los que hoy se nos  ofrece. Debemos pensar más con visión estratégica que con obsesión planificadora y ser, por tanto, flexibles en todo momento para afrontar y ofrecer a la sociedad en todo momento el mejor desarrollo posible.